Estrategia Internacional N° 11/12
Abril/Mayo - 1999

Presentación

Al cierre de esta edición de Estrategia Internacional, se está desarrollando la guerra en los Balcanes, que concentra los principales problemas de la política mundial a comienzos del ´99. Si en el primer número de EI de 1998, luego del estallido de la crisis económica asiática y las amenazas de ataque militar de Estados Unidos y Gran Bretaña contra Irak, para dar cuenta de la situación mundial, titulábamos su tapa "Vientos de crisis...tambores de guerra"; hoy debemos decir que los "vientos de crisis" que anunciaba Asia se han transformado en una crisis mundial generalizada, que abarca a Rusia, Brasil y Latinoamérica, y amenaza a Europa y Estados Unidos, constituyendo la crisis económica más importante desde la post guerra.

Y los "tambores de guerra" se han convertido, como muestra el conflicto en Kosovo, en una intervención de la OTAN en gran escala. Como decimos en el título de tapa de este número, la dinámica de la situación mundial hoy se caracteriza porque la crisis económica ha dado origen al comienzo de una crisis política internacional.

Este es el significado del actual conflicto en los Balcanes, nada más y nada menos que una guerra en el corazón de Europa, con sus bombardeos sobre Serbia y cientos de miles de refugiados que huyen de la limpieza étnica desencadenada por Milosevic, que amenaza con desestabilizar los países y regímenes más débiles de la región. La intervención de la OTAN busca mantener el statu quo reaccionario en la región, con una creciente presencia de tropas imperialistas, y sobre todo, mantener y fortalecer la unidad de la Alianza Atlántica, frente a la pérdida de su objetivo histórico, la "amenaza" soviética al mundo occidental, que mantuvo durante el orden de Yalta a las principales potencias europeas alineadas con Estados Unidos. La importancia estratégica de lo que está en juego en este conflicto, más allá de los avatares inmediatos, lo grafica la editorial del 27 de marzo de la revista The Economist, donde plantea que "Occidente ha tropezado con su aventura más riesgosa desde la Segunda Guerra Mundial. Puede recomponerse, y emerger orgulloso y altivo, habiendo sido una fuerza decisiva para el bien. O puede caer de bruces, con la OTAN, su club militar, más débil que en cualquier otro momento en sus 50 años de vida, y los Balcanes ardiendo".

Esta nueva dinámica de la situación mundial también se hace palpable -aunque desde ya a otro nivel- con la apertura de una nueva situación en América Latina, como lo demuestra el quiebre del Plan Real y la crisis brasileña y el enorme deterioro de la situación económica del Mercosur, la rebelión obrera y popular en Ecuador, la derrota de la asonada bonapartista en Paraguay, y otros fenómenos políticos que el lector podrá apreciar en este número.

Esta nueva situación política en América Latina se incorpora a la dinámica creciente de crisis económica, conflictos y lucha de clases que tenía su epicentro en el sudeste de Asia, en particular en Indonesia, donde ha continuado el ascenso de las masas, luego de las jornadas revolucionarias que voltearon a Suharto.

La combinación de estos nuevos elementos adelantan un nuevo escenario mundial post 90, una situación que, tomando una frase del economista Paul Krugman, hemos llamado una "situación con aroma a los ‘30". Con esto queremos plantear que sobre el trasfondo del agudizamiento de la crisis mundial se exacerban las tensiones económicas y políticas, y la miseria y la respuesta de las masas, que comienzan a hacer saltar los fusibles de los regímenes burgueses -aunque se intentan mantenerlos con recambios más endebles. Y en el plano internacional, las crecientes tensiones hacen más difíciles e inestables los "pactos y acuerdos de paz", abriendo el camino a nuevas convulsiones, pactos más frágiles, levantamientos potencialmente revolucionarias e incluso o en forma combinada, con nuevas guerras. En otras palabras hay un salto en la crisis de dominio imperialista, luego del fracaso de la "ilusión de los ‘90" de un "nuevo orden mundial" y de la restauración "pacífica" del capitalismo, que ha llevado a algunos analistas a sostener que añoran al stalinismo y su rol estabilizador en la política mundial. Así, la revista Newsweek sostiene que "La titánica estabilidad durante la guerra fría se disolvió en un caos en el cual las crisis estallan sorpresivamente, dirigiéndose por caminos inesperados".

¿Por qué un "aroma" a los ‘30 y no una situación como los ‘30? En primer lugar porque a diferencia de los ‘30, la crisis económica mundial no dio lugar aún a un crack, y sobre todo, a una desarticulación del comercio mundial que llevó a la depresión. Esta situación causó un profundo desequilibrio de las relaciones interestatales, que junto a la derrota de la clase obrera alemana, abrió el camino a guerras de procuración entre las distintas potencias imperialistas que culminaron en el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, las potencias imperialistas emergentes como Alemania (que lidera la Unión Europea) o Japón, aunque mantienen conflictos comerciales importantes con los EE.UU. y crecientes tensiones políticas, no disputan aún abiertamente la hegemonía norteamericana, como en los ‘30 diversas potencias se disputaban el mundo, sobre la decadente hegemonía británica, que había salido maltrecha desde la Primera Guerra Mundial. Esto es lo que explica la unidad de las principales potencias europeas, aunque no sin contradicciones, detrás del rol hegemónico de Estados Unidos -basado en su abrumadora supremacía militar- como forma de lograr el mantenimiento del statu quo y de lidiar con las ondas desestabilizantes que provienen de la periferia, en particular con las consecuencias del estancamiento de la restauración del capitalismo en los ex estados obreros deformados, y sobre todo del gigante ruso. Hoy, a diferencia de la década del ‘30, las contradicciones más agudas no son aún entre los países imperialistas, sino con los países semicoloniales como Irak, o con el "ex-gendarme" de los Balcanes, Milosevic.

Por otra parte, aunque desde mediados de los ‘90 hay una creciente intervención obrera como muestran los innumerables paros y huelgas generales en los cinco continentes, fenómenos que hemos caracterizado como una contraofensiva de masas en numerosos países con tendencia a la huelga general, estos procesos tienen aún un bajo grado de radicalización y no han dado origen a procesos de revolución abierta como en los ‘30 fue por ejemplo la revolución española. La clase obrera aún no está en el centro de la escena política mundial. Este es el factor fundamental que impide una salida progresiva a la actual crisis mundial. Sintetizando, en la nueva situación mundial, aunque hay un "aroma a los ‘30", todavía no hay una pelea abierta por la hegemonía mundial ni prima aún la revolución proletaria, lo que demuestra que lo que estamos viendo son los inicios de la crisis política internacional y no sus últimos capítulos.

La responsabilidad principal de que la clase obrera no sea un factor central de la política mundial, está en las direcciones social imperialistas, reformistas y burocráticas de éste, que impiden que intervenga con una política independiente, como muestra el hecho de que frente a la crisis de los regímenes, el imperialismo logra montar salidas burguesas aunque inestables, como en Ecuador o Paraguay o la muestra trágica de la actual situación en los Balcanes. Sobretodo en esta región, los partidos socialdemócratas y sus burocracias sindicales que no hicieron nada por el Kosovo, impidiendo la intervención independiente del poderoso proletariado europeo con este pueblo oprimido, dejándolo aislado, ahora son parte de los bombardeos de la OTAN, mientras que los partidos y direcciones sindicales neostalinistas sólo se oponen al ataque imperialista contra Serbia para apoyar al carnicero Milosevic o las negociaciones de su hermano mayor, la burocracia restauracionista gran rusa.

Por otra parte, los partidos centristas que se reclaman del trots-kismo lejos de levantar una política de clase independiente, como planteamos en la declaración de la Fracción Trotskista- Estrategia Internacional (ver contratapa), siguiendo como la sombra al cuerpo a los reformistas, o se ubican como consejeros de los gobiernos social imperialistas o se "olvidan" de sostener, junto con el enfrentamiento a la OTAN, la lucha por el derecho de autodeterminación del pueblo kosovar. Incluso, en los casos más extremos, llegan a alinearse sin más con el carnicero Milosevic. Los trotskistas revolucionarios peleamos porque la clase obrera internacional, y en particular la de Europa occidental y Estados Unidos, enfrente a sus propias direcciones proimperialistas, reformistas y stalinistas, luchando por la derrota de la intervención militar con sus propios métodos: huelga general, movilizaciones, boicot y cualquier otra medida que pueda detener y, en perspectiva liquidar, la maquinaria de guerra imperialista. Al mismo tiempo, peleamos por el derecho incondicional del Kosovo a su autodeterminación nacional, porque sólo la clase obrera internacional, con su intervención independiente, puede darle una salida progresiva al actual conflicto en los Balcanes.

Esta revista contiene una serie de artículos teóricos, políticos, sobre cuestiones actuales o estratégicas, que creemos de suma importancia para la formación y orientación de las nuevas camadas de militantes revolucionarios, frente a los convulsivos hechos de la lucha de clases al fin de este milenio. El lector podrá encontrar estos temas, en el sumario de esta publicación.