El estado de Israel perpetró una nueva masacre contra el pueblo palestino. Durante cinco días sus aviones de guerra F-16 que tan generosamente le provee su principal aliado, el imperialismo norteamericano, bombardearon la franja de Gaza, un pequeñísimo territorio en el que se hacinan 1,5 millones de palestinos.

El ataque comenzó el 27 de febrero cuando el ejército sionista, siguiendo con su política de “asesinatos selectivos” ejecutó en Gaza a cinco altos dirigentes de Hamas y recrudeció ante la respuesta de Hamas que se defendió disparando misiles hacia el territorio israelí. En el bombardeo se destruyó incluso hospitales, el edificio del ministerio del interior del gobierno de Hamas y la sede de la central sindical palestina. Un funcionario de ministerio de defensa israelí directamente amenazó a los palestinos con un “holocausto”.

La operación militar en Gaza denominada “invierno cálido” por el estado sionistas y “guerra de los cinco días” por Hamas, fue la mayor de los últimos años. Dejó un saldo de alrededor de 130 palestinos muertos, de los cuales al menos 25 son niños. Según algunos periódicos israelíes, el gobiero de Olmert preparó este golpe durante todo un mes.
En medio del ataque, la Secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, viajó a la región para discutir la política del imperialismo hacia Irán, los planes para “estabilizar” Irak y resolver la crisis gubernamental en el Líbano y por último renovar el compromiso de los gobiernos árabes sirvientes con el “plan de paz” presentado por Bush en la conferencia de Annapolis en noviembre de 2007, que tiene como premisa el aplastamiento de toda resistencia palestina a la imposición del apartheid que supone esta solución de “dos estados”. El presidente palestino Mahmoud Abbas, que a los días del ataque israelí había decidido suspender las negociaciones con el gobierno de Olmert hasta que éste acepte una tregua con Hamas, retrocedió rápidamente de esta política ante un llamado telefónico de Rice, mientras el estado sionista retomaba los bombardeos.

Esta ofensiva israelí coincide con otros hechos que indicarían una nueva escalada regional: la votación unánime en Naciones Unidas de una nueva ronda de sanciones contra Irán, a pesar de que ese mismo organismo había admitido a fin del año pasado que no existían evidencias de uso bélico de la energía nuclear, y como si fuera poco, barcos de guerra norteamericanos que se estacionan muy próximos a las costas del Líbano.

A esta situación de tensión se sumó la renuncia el 11 de marzo del almirante William Fallon, jefe del Comando Central norteamericano (USCENTCOM), el comando regional que tiene a su cargo las tropas y operaciones estratégicas en Irak e Irán. El motivo de la renuncia fueron sus declaraciones abiertamente opuestas a la política militar de de Bush en Medio Oriente, en particular la creciente guerra de palabras contra Irán. Aunque es poco probable, no se puede descartar que antes de que termine su presidencia Bush o Israel intenten algún tipo de ataque contra Irán.

El “plan B” de Bush y Olmert

En su edición de abril, la revista Vanity Fair publicó un artículo documentado con circulares, memos y audios, que demuestran que el gobierno de Bush junto con el estado de Israel, con la complicidad y la obediencia del presidente palestino Abbas, han instigado la guerra civil y las incursiones militares para derrocar al gobierno de Hamas. Este plan fue ejecutado por Rice y Elliott Abrams, el principal asesor de Bush en seguridad nacional, famoso por su participación en la operación "Irán-contras".

Esto no es ningún secreto, la novedad es que por primera vez se hacen públicos los documentos, algunos de ellos entregados por un ex funcionario asesor de Dick Cheney que renunció por no tener acuerdo con esta política.
Como parte de la “guerra contra el terrorismo” los neoconservadores norteamericanos, el gobierno israelí de Olmert y el presidente palestino Abbas habían ideado un plan, basado en el adelantamiento de las elecciones parlamentarias, para reducir la influencia de Hamas y legitimar al gobierno colaboracionista de la Al Fatah. Sin embargo, ese plan fracasó porque Hamas ganó holgadamente las elecciones y asumió el gobierno palestino en enero de 2006.

La “comunidad internacional” se sumó al boicot a Hamas recortando la ayuda internacional de la que dependen en un 70% la población palestina, exigiendo que el nuevo gobierno acepte las condiciones del llamado “cuarteto” -Estados Unidos, Naciones Unidas, la UE y Rusia: el reconocimiento del estado de Israel, el cese de la resistencia armada a la ocupación y el respeto a todos los acuerdos firmados entre Israel y la Autoridad Palestina.

Como las enormes privaciones económicas no produjeron un levantamiento contra Hamas que pudiera ser capitalizado por Abbas en beneficio de sus jefes, el imperialismo y el estado de Israel, se puso en marcha el llamado “plan B”: Estados Unidos y Egipto armaron y entrenaron a fuerzas especiales dirigidas por el asesor de seguridad Dahlan, los que intentaron dar un golpe y derrocar al gobierno de Hamas. Esto provocó la mini guerra civil en junio de 2007, en la que las tropas especiales y las milicias de Al Fatah tuvieron que retirarse de la Franja de Gaza ante la respuesta de Hamas, consolidando la división geográfica en división política de los territorios palestinos: Abbas instaló su gobierno de la Franja Occidental, donde siguen estacionadas tropas israelíes que colaboran en la represión de la resistencia tanto civil como la organizada por Hamas, Jihad Islámica y otras milicias armadas. Hamas quedó recluido en la Franja de Gaza, una verdadera prisión a cielo abierto que ha sido prácticamente sellada por el ejército israelí y la policía egipcia que garantiza el cierre de sus pasos fronterizos. A su vez el Ministro de Defensa, Ehud Barak, declaró a Gaza “entidad hostil” y redujo al mínimo los servicios esenciales sumistrados por Israel como combustible y electricidad, medida que fuera ratificada por las cortes israelíes.

Después de casi un año de aislamiento y del boicot internacional con la anuencia de las Naciones Unidas, la situación de Gaza es desesperante: según un informe de agencias humanitarias británicas el 80% de la población depende de la ayuda internacional en alimentos (esta cifra era del 63% en 2006); la tasa de desocupación oficial es del 40% y alrededor del 95% de las industrias cerraron porque el cerco israelí prohíbe la importación y exportación.

Terrorismo de estado

El estado de Israel tiene como método sistemático el asesinato de dirigentes tanto de Hamas como de Jihad Islámica, para debilitar estas organizaciones y el ataque a la población civil, es decir matar en cada incursión la máxima cantidad de palestinos posible, destruir viviendas e infrastructura y sembrar el terror. De ese modo, con los métodos del terrorismo de estado, espera obtener un doble efecto: dar una dura lección al pueblo palestino y conseguir que éste se rebele contra el gobierno electo de Hamas.

Esto se completa con medidas de castigo colectivo como los bloqueos, los cortes del suministro de energía, la retención de ingresos por impuestos que le corresponde al gobierno palestino e incluso el desabastecimiento de agua.
A fines de enero, en una de las tantas represalias de este tipo tomada por el gobierno de Olmert, milicias de Hamas junto a miles de palestinos abrieron un paso en la muralla que separa Gaza de Egipto para abastecerse de alimentos y medicamentos. Las imágenes de miles de palestinos desesperados cargando lo que podían recorrieron el mundo y encendieron la protesta sobre todo de jóvenes y estudiantes en Egipto y otros países árabes, en protesta por la colaboración de sus gobiernos con el plan imperialista.
Sin embargo, el gobierno de Olmert con el apoyo incondicional de Estados Unidos, incluidos los candidatos demócratas (Cinton y Obama), no ha conseguido hasta el momento poner fin al mini gobierno de Hamas en la Franja de Gaza.

Existe una alta probabilidad de que, a pesar de la debilidad interna del gobierno de Olmert que ha perdido la guerra en el Líbano en 2006, el estado sionista intente aprovechar los meses que quedan de la presidencia de Bush para redoblar su ofensiva contra el pueblo palestino e intentar debilitar lo más posible a Hamas.

Por la autoderminación nacional del pueblo palestino

El estado sionista y el imperialismo con sus “planes” como el de Annapolis, buscan legitimar con una supuesta salida de “dos estados” la ocupación colonial del estado sionista y establecer una minientidad palestina sin unidad territorial ni viabilidad económica, cuya función sea la de policía interna del pueblo palestino. Lo que Bush, Olmert y Abbas llaman “estado palestino” no será más que una serie de campos de refugiados a cielo abierto, rodeados por murallas de acero y concreto que el estado sionista viene construyendo desde hace años. Ya es un lugar común la comparación con los batustanes del apartheid sudafricano.
Esta aniquilación de los derechos nacionales palestinos sólo podrá imponerse por la vía de aplastar toda resistencia armada a la ocupación y a fuerza de castigos colectivos lograr derrotar la voluntad del pueblo palestino a luchar por sus derechos.

La dirección de Hamas no representa una salida progresiva para las masas palestinas, por su estrategia teocrática reaccionaria y su programa de colaboración de clases. Su popularidad se debe en gran medida a la debacle de la dirección nacionalista de Al Fatah y a la colaboración de la Autoridad Palestina con el imperialismo y el estado sionista. Sin compartir su estrategia, los marxistas revolucionarios defendemos a Hamas y a las milicias palestinas que resisten la ocupación colonial del ataque israelí y del imperialismo.

No hay ninguna salida de “dos estados” que no implique la negación del derecho a la autodeterminación nacional palestina. El estado de Israel es una creación artificial, un enclave aliado el imperialismo, que se construyó a través de la ocupación colonial y la expulsión de la población árabe y que fue extendiendo sus fronteras a través de guerras y anexiones. Está armado por Estados Unidos con arsenal nuclear al servicio de mantener disciplinados a los pueblos árabes y a enemigos como el régimen iraní. La única salida progresiva comienza con la expulsión del imperialismo de la región, el desmantelamiento del estado sionista y el establecimiento de un estado único, laico y no racista en todo el territorio palestino, donde puedan vivir árabes y judíos, que sólo podrá alcanzarse en el marco de una Palestina obrera y socialista como parte de la lucha por la federación socialista del medio oriente.