FT-CI

Bolivia: crisis entre el gobierno y los prefectos

Aunque no firmaron el gran acuerdo, tejen un pacto no escrito

17/10/2008

El 5 de octubre el diálogo entre el gobierno y los prefectos opositores terminó sin la firma de ningún documento que sellara el “gran acuerdo nacional” que piden muchas voces, pese a la presión internacional, los buenos oficios de la Iglesia y las concesiones ofrecidas por el MAS. Sin embargo, de las reuniones en Cochabamba surgió un “pacto no escrito” entre el gobierno y los prefectos opositores para evitar mayor confrontación en las calles y encarrilar las disputas a las urnas, vía Congreso.

Es cierto que subsisten desacuerdos de fondo, pero luego del fracaso de la asonada de septiembre el gobierno salió fortalecido y la “media luna” quedó maltrecha como para imponer mayores exigencias. En estas condiciones, a Co-ssio, Costas y Cía. no les convenía firmar un acuerdo que el gobierno pudiera mostrar como un triunfo político; les resulta más ventajoso aprovechar las concesiones del MAS (como en el tema autonomías departamentales) pero mantener las manos libres para seguir regateando y reservarse algunas cartas para preparar nuevas maniobras y ataques.

Ahora, al Congreso Ese pacto no escrito se reflejó en las declaraciones de Cossio como vocero de los Prefectos opositores, felicitándose de la “pacificación del país” y pidiéndole al gobierno que suma el “deber moral” de que cualquier proceso electoral sea “transparente” mediante la revisión del padrón electoral (ya está en marcha su auditoría) y otros condicionamientos. Entre tanto, el MAS asumió como propios varios consensos parciales alcanzados en el tema de las autonomías departamentales y lleva la discusión al Congreso, donde se formó una Comisión entre el MAS y sectores opositores “dialoguistas” de PODEMOS, MNR y UN para tratar las reformas al texto constitucional, lo que de paso, significa pasar por encima de la Constituyente para acordar entre cuatro paredes. El MAS necesita que una ley apruebe el llamado a referéndum dirimitorio y aprobatorio de la nueva CPE, y la derecha aprovecha su control del Senado para seguir regateando, lo que pese a la desesperación masista por cerrar pronto un acuerdo, puede prolongarse e incluir nuevos forcejeos. Toda esta negociación, buscando concertar con los representantes de los empresarios, los terratenientes y las transnacionales, no puede arrojar ningún resultado favorable a los intereses de los trabajadores, los campesinos y los pueblos originarios.

La coyuntura y las perspectivas inmediatas Entre tanto y pese a algunos discursos, ha “bajado la temperatura” aunque no puede darse por clausurada la crisis política crónica y no faltarán tensiones, maniobras o ataques de la derecha. Sin embargo, el debilitamiento y las fisuras de la “media luna” y el CONALDE luego de su fracaso en las calles, el fortalecimiento gubernamental, apoyado en el movimiento de masas al mismo tiempo que impide una movilización superior (basándose en las ilusiones populares en la Constitución, sobre todo entre los campesinos y pueblos originarios), y la política de conciliación masista que preserva a la derecha y le permite seguir negociando, configuran un escenario de relativa contención en la confrontación social y política, alentando la canalización institucional por la vía de las urnas... si las negociaciones terminan en algunos consensos. Además, en la escena política nacional y convocados desde el propio Gobierno, ganan mayor presencia factores reaccionarios, como son las Fuerzas Armadas (que se postulan como “garantes del orden y la unidad nacional” y potenciales “árbitros” en caso de nuevas crisis, que actuarán inexorablemente contra el pueblo); y la mayor ingerencia de los orga-nismos internacionales proimperialistas y los gobiernos burgueses vecinos (OEA, UNASUR, ONU). Seguirá habiendo una especie de “guerra de guerrillas” autonomista, que se rasga las vestiduras por el criminal Leopoldo Fernández, etc.; puesto que continúa el “mar de fondo”: la enorme polarización social y no hay consenso sobre problemas de fondo en el tipo de régimen político-estatal a construir, el alcance y atribuciones de las autonomías, el tema tierra y otros puntos, que hacen a distintos “proyectos de país” (el reformista del MAS y el conservador-autonomista). Pero los elementos mencionados abonan un clima más dialoguista en una nueva coyuntura política donde se comienza a canalizar la situación de régimen quebrado entre el Gobierno nacional y la media luna para llevar las diferencias al terreno electoral.

Hay que romper con la concertación masista Es un grave peligro para los trabajadores y el pueblo el adormecimiento que el discurso de conciliación crea. La reacción no renunciará nunca a sus posiciones y riquezas. Pero el MAS, con la colaboración del CONALCAM y la cúpula de la COB, que impidieron que las masas intervinieran con toda su fuerza en la crisis de septiembre, ahora desmovilizan, alimentando ilusiones en los acuerdos para llegar a la nueva Constitución. En primer lugar, la derecha buscará reagruparse, obtener lo que quiere en las negociaciones o bien, si no lo logra, volver a conspirar y retomar la ofensiva contrarrevolucionaria. En segundo lugar, la Constitución del MAS, pese a la fraseología indigenista y la enunciación de derechos sociales, renuncia a las grandes tareas nacionales (como una verdadera reforma agraria, territorio y plena autodeterminación para los pueblos originarios, nacionalización efectiva de los recursos naturales), enterrando la “agenda de octubre” a cambio de algunos cambios formales y limitados. Las concesiones a los autonomistas y neoliberales no harán sino empeorar su contenido burgués. No es con pactos y votos que se derrota a las oligarquías burguesas y el imperialismo. Sólo la movilización general de los trabajadores y el pueblo puede vencerlos y abrir el camino a las soluciones de fondo que necesitan los trabajadores, los campesinos e indígenas, el pueblo explotado y oprimido. Pero para esto las organizaciones obreras y campesinas no deben subordinarse a la estrategia de conciliación de clases de la burguesía del MAS y sus aliados. El movimiento obrero necesita dotar-se de una expresión política propia, y levantar un programa y una política de los trabajadores en la crisis nacional y convocar en torno a ella a la unidad con los demás sectores populares. Éstas son algunas de las lecciones que dejó la asonada de septiembre, una severa advertencia de la que los trabajadores deben sacar conclusiones, pues los problemas de fondo del país no se resolverán sin grandes enfrentamientos en la lucha de clases, y finalmente, llevarán a un duelo entre la revolución y la contrarrevolución.

La catástrofe económica que nos amenaza La gravedad de la crisis nacional ha opacado otro problema de enormes, decisivas, consecuencias para el futuro del país y la suerte de los trabajadores, como es el agravamiento de la crisis económica internacional con el derrumbe de las bolsas y grandes bancos en Estados Unidos y Europa (ver páginas centrales). A pesar de los discursos tranqui-lizadores del Gobierno, lo cierto es que ya está afectando la economía del país: en sólo una semana más de 100 millones de dólares en depósitos huyeron de los bancos, las materias primas que exporta Bolivia están comenzando a bajar de precio (soya, minerales, hidrocarburos), la represalia yanqui de eliminar el APTDEA amenaza a muchos puestos de trabajo y la inflación en los alimentos y la escasez de gas y combustible golpean al bolsillo del pueblo trabajador. En el sector minero ya anuncian despidos en Potosí. El movimiento obrero no puede esperar dormido a que la crisis empeore, mientras las medidas oficiales fracasan y a que como siempre los capitalistas le hagan pagar sus costos con la desocupación y los salarios de hambre. Tiene que comenzar a discutir un programa obrero y po-pular para hacer frente a la crisis que se avecina. Desde Palabra Obrera y la LOR-CI proponemos a los sindicatos combativos, a los trabajadores y jóvenes de vanguardia, a los grupos de la izquierda obrera y socialista, comenzar a discutir dos problemas fundamentales:

 Cómo dar pasos en común en la pelea por la plena independencia de clase frente al Gobierno y los empresarios, para poner en pie un movi-miento o instrumento político de los trabajadores.

 Cómo pelear en la COB y los sindicatos por un programa obrero, para preparar la res-puesta de los trabajadores ante la catástrofe económica con que nos amenaza el capi-talismo imperialista.


Un balance de la asonada autonomista
El MAS preservó a la derecha

Los hechos de septiembre fueron un esfuerzo extremo por bloquear la iniciativa constitucional del MAS, luego de que los 2/3 de votos a Evo en el referéndum de agosto le dieran nuevo aire al gobierno. La “media luna”, ensoberbecida por las consultas departamentales de mayo- junio y la ratificación de los prefectos el mismo 10 agosto, creyó que estaba en condiciones de ir por más, hundir la CPE, avanzar en las autonomías de hecho e imponer sus condiciones. Pero pese al violento accionar de los grupos de choque fascistas de la UJC y otros, la asonada no logró traspasar los límites regionales y finalmente el vanda-lismo de las tomas de oficinas públicas y la bárbara masacre de campesinos en El Provenir, le restaron apoyo hasta entre su propia base. Entre tanto, el gobierno, fiel a su eterna estrategia de conciliación con los empresarios, los terratenientes, las transnacionales y sus agentes políticos, enfrentó la asonada apostando a las FF.AA como “garantes del orden” (entregándoles el control de Pando con el Estado de Sitio y el nombramiento de un oficial naval como prefecto interino), aceptando la peligrosa ingerencia de la “comunidad internacional” y evitando que el movimiento de masas irrumpiera a nivel nacional en ayuda de los sectores que resistían en Plan 3000, San Julián o Yapacani. Por el contrario, el MAS, fiel en todo momento a su estrategia de concertación con la derecha, apeló a las Fuerzas armadas, dándoles mayor espacio en la política nacional, y a la colaboración de los gobiernos vecinos (como Chile y Brasil, actuando desde la OEA y UNASUR) que intervinieron para presionar por una salida moderada, preocupados por la desestabilización de Bolivia. Y finalmente, cuando el movi-miento de los autonomistas perdía fuerza, les ofreció un nuevo diálogo al que estos se aferraron firmando rápidamente por medio del prefecto tarijeño Cossio un “preacuerdo” gestado por el Vice García Linera que ya les anticipaba importantes garantías y concesiones. El apresamiento de Fernández y algunos otros es completamente insuficiente, pues los empresarios y terratenientes de la “media luna” así como sus grupos de choque armados, siguen impunes. Todo esto condicionó el resultado de los sucesos de septiembre. El fracaso de la arremetida derechista podía haberse aprovechado para desbaratar el poder de las oligarquías regionales y la derecha en su conjunto. Pero esto sólo lo podía garantizar la movilización general de los trabajadores, los campesinos, los pueblos originarios, organizando la autodefensa contra los grupos fascistas y paramilitares, ocupando las grandes propiedades y empresas de los Marinkovic, Fernández, etc. Nada de esto se hizo. El CONAL-CAM y la COB se disciplinaron a la línea del gobierno en lugar de llamar a movilizar y poner en pie la autodefensa de masas. Limitaron los bloqueos en Santa Cruz por algunos días a ser medidas de presión controladas al servicio de la negociación que se hacía en Cochabamba. Así, Evo y el MAS le “perdonaron la vida” a la derecha. Les permitieron reducir los costos políticos de su fracaso y volver a la negociación con múltiples pretensiones, cuando se le podía haber asestado una derrota mayúscula para la derecha. Sólo a los estrategas del MAS les puede extrañar que los prefectos autonomistas aprovecharán todo esto para intentar recomponerse y seguir rega-teando en la mesa de negociaciones, en lugar de contentarse con lo que Evo Morales y García Linera ya les han concedido hasta ahora.

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Ampliado de la COB profundiza subordinación al gobierno

¡Congreso de bases de la COB ya!

Los trabajadores necesitan manos libres para enfrentar a la reacción y luchar por sus demandas

El pasado jueves 9 de octubre en un ampliado llevado a cabo en la Federación de Fabriles de La Paz, que contó con la presencia de la senadora masista Leonilda Zurita y el dirigente de la CSUTCB -Masista, Avalos, los dirigentes cobistas en su amplia mayoría, respaldaron el acuerdo firmado entre Pedro Montes y los dirigentes del CONALCAM, el pasado 17 de septiembre. El ampliado, como no podía ser de otra forma, fue parte de un brutal ataque a las corrientes y sindicatos que han venido reclamando la defensa de la independencia de clase de la central. Lamentablemente con este acuer-do, la Central Obrera Boliviana queda subordinada a la política de diálogo y conciliación con la derecha. La lucha por la defensa del salario, contra la carestía de vida que provocan los mismos empresarios y terratenientes, atrincherados detrás de las prefecturas, queda en absoluto suspenso. La Ley de pensiones, igual, la nacionalización de los hidrocarburos, los recursos naturales y la reversión al Estado de todas las capitalizadas, como reclamaba la agenda de octubre, quedan indefinidamente encajonados.

Un pacto para conciliar El ampliado, respirando pro-masismo y pacifismo, se negó a tocar el tema del congreso de la COB. La dirección que encabeza Pedro Montes pretende ignorar el derecho democrático de las bases obreras afiliadas a la central a decidir el rumbo de la misma y han decidido prorrogarse una vez más, pisoteando la democracia obrera, eso si con ayuda gubernamental, del stalinismo del PCB y PCML y de cuanto busca pega aparezca. Es que aunque en algunos momentos buscaron separarse del gobierno para presionar (como fue con el llamado a la huelga por la reforma del sistema previsional en julio- en nombre de “defender el proceso de cambio”, comparten con el Gobierno la estrategia de conciliación con la burguesía y están más preocupados por sus sillones burocráticos que por las demandas de los trabajadores. Es por eso que miran para otro lado frente al problema del salario y el empleo. Es por eso que dejan libradas a su suerte a las luchas. Por ejemplo, se han negado a dar un apoyo real a los trabajadores de ex DBU - Swissport que desde hace casi tres años han peleado por la reversión al Estado de los Almacenes Aduaneros y que hoy tienen un dirigente despedido y están amenazados de retiro masivo por la intervención masista en la empresa. En el ampliado, que contó con la presencia de varios integrantes de palacio y del parlamento, no dijeron una sola palabra de los muertos en Caihuasi, y la exigencia de cárcel para los asesinos. Tampoco dijeron una sola palabra del Gral. César López, masacrador de Octubre puesto al frente de la Aduana por Evo que es cuestionado por varios sectores, tampoco se dijo nada de la expropiación de los bienes de Sánchez de Losada. Ahora, funcionarios masistas en complicidad con algunos dirigentes nacionales, intentan aislar a los sectores combativos en Huanuni, vetar a la COD de Oruro, y otras formas de ataque político, con el objetivo de mantener a la COB como una dócil y subordinada institución, que no perturbe los esfuerzos de dialogo con la derecha, no impulse ni centralice la lucha por el salario y otras demandas de los trabajadores y no levante una posición de clase e independiente del gobierno frente al proceso político nacional. Estamos ante un pacto que ata las manos de los trabajadores, impide el combate a la derecha, y subordina la fuerza cobista al servicio de una estrategia de diá-logo y concertación con la derecha. Los trabajadores mineros, maestros , fabriles, debemos recuperar la COB al servicio de la lucha contra el imperialismo, la burguesía y los terratenientes. Sólo recuperando la independencia de clase, con una política de combate, de denuncia del diálogo y por todas las demandas obreras, campesinas y populares podre-mos abrir un verdadero cambio revolucionario en nuestro país. Hay que iniciar la construcción de un Movimiento por el Instrumento Político de los Trabajadores, como ya ha definido varios congresos laborales. Necesitamos una COB y sindicatos que sean verdaderos instrumentos de lucha de los trabajadores para intervenir en el proceso político nacional tanto como para enfrentar la crisis económica que comienza a golpear el país y que los capitalistas querrán descargar sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo. El salario se reduce mientras suben los alimentos. Ya anuncian despidos en la minería en Potosí y peligra el empleo de muchos trabajadores paceños y alteños, ante la amenaza yanqui de suspender el APTDEA en seis meses. ¡Hay que preparar un programa obrero para responder al crisis política y económica y comenzar a construir una dirección revolucionaria, capaz de llevarlo adelante al frente de la COB!

¿Por dónde empezar? Los sectores combativos (como el magisterio urbano de La Paz , los mineros de Huanuni, etc.), los trabajadores que buscan una salida, las corrientes que se reclaman socialistas como el POR y el MST, tienen que comenzar a unir fuerzas para dar esta pelea en la COB y los sindicatos, por la defensa de la independencia de clase de nuestras organizaciones, por la democracia obrera y por un programa obrero, rodeando de solidaridad las luchas, coordinando, dando los primeros pasos hacia el reagrupamiento de la vanguardia obrera. Desde Palabra Obrera y la LORCI comprometemos nuestros esfuerzos en este sentido.

Luchemos por

 No a la impunidad. Cárcel y castigo para Leopoldo Fernández y todos los asesinos.

 No a los pactos y negociaciones del MAS y la derecha.

 Comités de autodefensa en los sindicatos y todas las organizaciones de masas. Ninguna confianza en las Fuerzas Armadas y la policía.

 Aumento salarial de emergencia y escala móvil de salarios.

 Por una verdadera reforma agraria. Por tierra y territorio para los pueblos originarios.

 Nacionalización “100%” sin pago y bajo control de los trabajadores del gas, la minería, la banca, la agroindustria y los recursos naturales.

 Reversión al estado de todas las capitalizadas.

 Nacionalización de toda empresa que cierre o despida.

 Monopolio estatal del comercio exterior.

 Ruptura de todos los pactos con el imperialismo. No pago de la deuda externa.

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